Andrew Losowsky solía idear maneras interesantes de explicar historias. Pero decidió que era hora de dejar hablar a los demás. Como director de The Coral Project, que quiere convertir las secciones de comentarios de los periódicos en espacios reales para la comunidad, descubrió lo difícil que es eso, no tanto por los comentarios ofensivos, sino porque casi ninguna agencia de noticias sabe qué quiere de sus lectores.
- El problema con los comentarios online
- Porqué la prensa tiene que repensar el rol de la audiencia
- Los lectores como solución, no como problema
- Enfrentarse a los abusos
- La importancia del Design Thinking en el periodismo
- Hacer oír las voces silenciadas
- Cómo generar ideas...
- ...y cómo mejorarlas.
- Porqué dejar de contar historias
Andrew, casi todas las personas activas en Internet siguen una norma: no leer los comentarios. Debes de haber leído muchos comentarios en los últimos meses. ¿Cómo te ha cambiado eso?
Tendrías que preguntárselo a las personas de mi entorno, supongo. No creo que me haya cambiado, pero vete tú a saber. De hecho, este es un problema más grave para quienes tienen que leer comentarios ofensivos con frecuencia. En cierto modo, los moderadores pueden sufrir un trauma por estar obligados a leer tantas cosas desagradables. Eso no significa que todos los comentarios sean desagradables; de hecho, está lejos de ser así. Creo que solemos quedarnos más con los peores comentarios y no tanto con los mejores. Imagino que es la naturaleza humana.
Todos creemos saber cuál es el problema de los comentarios: el anonimato, la falta de influencias reguladoras y posiblemente que la gente es básicamente mala. A partir de tu trabajo, ¿cuál crees que es el problema?
La idea de que la gente no firmará con su nombre real unos comentarios horribles es completamente falsa. En Facebook, la gente dice las cosas más viles y horrorosas con su nombre real, a menudo con una foto de perfil con su bebé en brazos. El anonimato no es en sí un problema. El problema es, más bien, cuáles son las normas de la comunidad en la que la gente hace sus comentarios y cómo se aplican estas normas. Sin embargo, no intentamos solucionar el problema de los comentarios en Internet.Lo que hacemos es diseñar herramientas para ayudar a construir comunidades mejores , en concreto para las agencias de noticias. Es una distinción muy importante. No intentamos cambiar todo lo que ocurre en Internet. En lugar de decir «¿Qué podemos hacer para que la gente se comporte mejor?», nos dirigimos a estas agencias de noticias y les decimos: «¿Qué queréis en realidad de los comentarios?».
¿Y qué quieren?
Lo que nos dicen muchas veces es: «Queremos que la gente sea más amable, queremos que la gente tenga conversaciones sinceras». Y entonces les preguntamos por qué. ¿Por qué les preocupa eso como agencia de noticias? ¿Cuál es el papel de los lectores en su misión periodística? ¿Cuál podría ser? Y la mayor parte de las agencias de noticias no sabe cómo responder a eso. Al abrir la caja de Internet, las agencias se encontraron también con los comentarios. En el momento de su creación, casi todos los sitios de noticias utilizaban blogs y estos tenían comentarios, así que parecía un espacio que estaba ahí. Entonces la gente empezó a hablar y parecía un espacio que había que tener, así que lo dejaron sin decidir proactivamente qué más podía ser ese espacio. Así, al formular estas preguntas más amplias sobre la función de los lectores en tu periodismo, lo que intentamos es alejarnos del instinto común (¿qué podemos hacer para que sea menos malo?) y acercarnos a una pregunta mucho más amplia (¿cómo podemos crear algo que sea positivo y esté conectado con el resto de cosas que hacemos?).
Ese parece un objetivo muy noble y loable. Pero ¿cómo se pasa de esta idea de replantear las relaciones a unas herramientas reales y útiles?
Una de las tácticas que se ha probado es obligar a los periodistas a moderar y responder a los comentarios que sus artículos suscitan. No funciona. Así que, en lugar de hacer que los periodistas hagan comunidad, recurrimos a la comunidad para resolver algunos de los problemas que tienen las redacciones. Hemos llevado a cabo una enorme tarea de investigación de los usuarios. Hemos hablado con más de 300 personas de más de 150 redacciones en 30 países. Algo que los periodistas entrevistados han señalado como un problema es encontrar buenas fuentes. Yo preguntaba: «¿Y si tuvieras una manera de encontrarlas entre tus lectores, que son los verdaderos expertos?». Y la respuesta que obtenía habitualmente era: «Sería fantástico, pero no tenemos manera de hacerlo. Es imposible». Así obtuvimos una lista de cosas que queremos conseguir con nuestras herramientas.
¿Cómo son esas herramientas?
Bueno, son herramientas que permiten formular preguntas concretas a los miembros de la comunidad. Para recopilar y conservar esa información, buscarla, clasificarla y filtrarla. Son herramientas que permiten que los miembros de la comunidad sepan lo que la redacción cree que sabe sobre ti. Herramientas que permiten al periodista clasificar, filtrar y buscar entre las participaciones existentes, ya sean comentarios o aportaciones de otro tipo, y actuar conforme a estas. Una manera de actuar podría ser enviar un correo electrónico a todas estas personas. Enviarles un borrador de mi artículo. Invitarlas a un acto.
¿Estáis abordando el problema del acoso y los troles?
Sí, por supuesto. Creo que «trolear» es un término complicado porque puede significar decir algo sarcástico o divertido, pero también ha acabado siendo sinónimo de insultar. Llamemos a cada cosa por su nombre. Es insultar. Es amenazar y a menudo es ilegal. Así que estamos buscando maneras de abordar los insultos, el acoso, los troleos, etc. Para muchas personas con las que hemos hablado y que han sufrido acoso, el gran problema no es que la gente diga esas cosas, sino que aparecen de tal manera que les resulta muy difícil ignorarlas: en su buzón de correo electrónico o en sus menciones. Y, si quieren encontrar comentarios positivos, no les queda más remedio que abrirse paso entre los peores comentarios contra ellas. Por eso, buscamos herramientas que ayuden a filtrar, clasificar y eliminar determinados comentarios que quizás la gente no quiera ver. No se trata de un algoritmo opaco. Se trata de permitir que las personas y las redacciones ejecuten su propio algoritmo, creen un espacio propio en el que se sientan seguras y sumen opiniones más diversas.
En un artículo del sitio web de Coral, dices que estás trabajando según los principios del Design Thinking. ¿Qué significa eso?
El Design Thinking es otro término para referirse al diseño centrado en el usuario. Es una metodología que aprendí en Stanford’s d.school. Para mí, hay una diferencia entre diseño y arte. El arte es intentar expresar algo para ti mismo a un público. El diseño es intentar resolver un problema para otras personas. El pensamiento de diseño se centra en una ingente tarea de investigación de los usuarios y en ciclos rápidos de retroacción. El proceso permite repetir y construir prototipos de forma muy rápida, probar los prototipos y tus hipótesis, aprender rápido de esas hipótesis, desandar todo el camino y volver a empezar. Poco a poco vas elaborando elementos más grandes para someterlos a prueba, porque has ido aprendiendo a medida que avanzabas. Eso, para quienes trabajamos en este proyecto, supone muchas entrevistas, mucha investigación, muchas pruebas constantes con la gente.
¿Crees que el pensamiento de diseño tiene otras aplicaciones en periodismo?
Desde luego, es cierto que el periodismo se ha considerado tradicionalmente una disciplina muy separada del público que transmite información que nosotros, como periodistas, creemos que es importante. Hay cierta arrogancia en eso, supongo. Por supuesto, recibimos un retorno en forma de páginas vistas, pero comprender de verdad el contexto de esas páginas vistas es muy difícil. Hemos llegado a un punto en el que nos fijamos tanto en las cosas que podemos medir que hemos perdido de vista las cosas más difíciles de cuantificar. Eso se reduce a comprender lo que la gente valora.
El periodismo está en un momento en el que necesita justificar su propia existencia para la sociedad y la democracia. ¿Cuál es la función del periodismo ahora? La única manera que tenemos de comprenderlo es hablar con la gente. Creo que el futuro del periodismo sostenible es trabajar con la comunidad y la función del periodista en esa comunidad es la de ser el verificador de los hechos, el investigador, la persona que ayuda a la gente a comprender y cuestionarse cómo hemos llegado hasta aquí y adónde podemos ir a partir de ahora. El periodista no debe tener todas las respuestas. En estas comunidades hay expertos. Por eso, creo que el pensamiento de diseño en su forma más pura —entender qué es importante en la vida de la gente, probar cosas, aprender y someter nuestras hipótesis a prueba— es muy importante para el futuro del periodismo.
Diste una charla TEDx en 2014 en la que dijiste que las personas que tienen una plataforma deben dejar de hablar. Dijiste que, en lugar de eso, «deberíamos dar voz a la gente a quien no oímos con la frecuencia suficiente». ¿Te uniste a Coral por eso?
Evidentemente, eso fue una motivación muy poderosa. Pero cuando digo que las personas con una plataforma deben dejar de hablar no estoy diciendo que deban quedarse en silencio. Estoy diciendo que deben utilizar su plataforma, su público y sus comunidades para poder oír las voces de la gente que está en silencio voluntariamente o a la que no solemos oír. Una de las cosas que más me atrajo hacia The Coral Project es que los comentarios son en su inmensa mayoría de hombres blancos y ahogan otras voces. Si existe una forma de ayudar al periodismo a integrar una mayor diversidad de voces y de que esas voces sientan que las agencias se toman en serio lo que dicen, entonces todos ganan.
¿Significa eso que tú, personalmente, hagas oír menos tu voz?
Eso es lo que he estado haciendo los últimos años, sí. He escrito mucho menos. Ahora me interesa mucho menos tener una carrera que implique que yo sea una cabeza visible. Mi función en The Coral Project es la de director, para apoyar el trabajo de mi equipo. Hemos trabajado mucho para tener un equipo muy diverso. Si no fuera así, no podríamos lograr reflejar voces diferentes en las herramientas que creamos.
Desarrollaste conceptos editoriales que me impresionan por ser extraordinariamente inteligentes y sorprendentes. Has escrito un libro de relatos breves que gira en torno a timbres de verdad, has publicado una revista de un número único escrita por y sobre la gente que se quedó tirada en los aeropuertos por la erupción de un volcán en Islandia,.¿Cómo encuentras ideas y cómo haces que funcionen?
A Neil Gaiman le preguntaron una vez de dónde sacaba las ideas para sus historias y respondió que hay un hombrecillo al que envía un papel en blanco y 20 $ y que la respuesta vuelve en un sobre. No tengo una respuesta clara, pero supongo que mis proyectos tienen un hilo común: siento interés por un medio y sus límites (cuando se rompe si presionas demasiado y la narrativa no puede sostenerse) . Sin embargo, ahora pienso mucho más en los problemas de la gente que accede a este medio. ¿A quién me dirijo? ¿Cuál es el medio adecuado para abordar un problema determinado o llegar a un público? Empiezo con algunas limitaciones —ya sea el público, el medio o la narrativa que queremos contar— y luego intento encontrar la manera más apropiada, interesante, impactante y narrativamente satisfactoria de hacerlo.
Eso es genial, pero te pido un consejo práctico. Todos nos atascamos. Es posible que tengas una idea inicial y no sepas cómo continuar. ¿Qué haces entonces?
Suelo empezar un proyecto con un proceso de visualización. Imagino que formo parte de la audiencia objetivo de esta creación. ¡Y eso sin saber todavía de qué creación se trata! Luego la imagino como un sueño. En un sueño los detalles son algo vagos, ¿verdad? Te vas acercando a aquello que haces. Supongamos que será un libro. Te acercas a una mesa y sobre esa mesa está el libro. Coge el libro. ¿Qué es lo primero que sientes? Escríbelo o regístralo de algún modo. Luego abre las páginas. ¿Qué sientes ahora? ¿Qué ideas te pasan por la cabeza? Deja el libro. ¿Qué es lo primero que haces? ¿Se lo explicas a alguien? ¿Dejas el libro en un lugar destacado? Escribe todas esas cosas (qué sientes, qué piensas, qué haces) y déjalas junto al escritorio. Mientras desarrolles una idea, dale vueltas a la lista, vuelve a mirarla y pregúntate: «¿Responde a eso?». Si no lo hace, algo tiene que cambiar.
Sentir, pensar, hacer. Entendido. De nuevo, observando todas las cosas que has hecho, lo que me impresionó es que nunca parecen sencillas. Parece que nunca toman el camino fácil. Siempre les das una vuelta más. En mi opinión, es un reto que creas para ti mismo pero ¿lo haces para ti? ¿Lo necesitas para ser feliz o lo haces para los demás?
Creo que me aburro con facilidad. Me aburro con las cosas predecibles o evidentes. Cuando empiezo un proyecto, lo primero que hago es anotar las primeras cosas que me pasan por la cabeza sobre cómo hacerlo. Esas son las cosas que no haré , porque, si son lo primero que se me ha ocurrido, probablemente se trate de ideas obvias. Si no las escribo, se me quedan en la cabeza como ideas posibles. Así, las elimino. No sé si eso me hace feliz, pero desde luego impide que me aburra demasiado.
¿Echas de menos contar historias?
Sí y no. Tengo la sensación de que ahora mismo estoy algo bloqueado con respecto a contar historias desde una perspectiva personal. Eso tiene mucho que ver con las lecturas y reflexiones que he hecho, en particular sobre el feminismo y, en concreto, sobre el feminismo interseccional. Siempre me ha resultado muy fácil publicar un libro o hacer una revista. Durante mucho tiempo pensé que era fácil porque tenía un talento único o conocía a ciertas personas. Todo eso puede ser cierto, pero lo es en el contexto de una estructura que ha facilitado mucho que alguien como yo lo haga, mientras que para otras personas, más marginadas convencionalmente en la sociedad, es mucho más difícil. Ahora pienso mucho más en cómo puedo contribuir a cambiar esas estructuras que me facilitaron las cosas, para abrirlas a voces mucho más diversas y a una mayor variedad de personas. Con ese cambio de foco no tengo tantas ganas de contar historias y me siento menos seguro de cómo las contaría. Creo que es algo sobre lo que voy a reflexionar de manera continua.