El sistema educativo está muerto. Seamos realistas. Nuestro modelo académico está basado en la memorización, suprimiendo la originalidad, en lugar de formar mentes que saben resolver problemas. Los estudiantes de diseño se ven obligados a «crear un portfolio» en lugar de entender su lugar en una profesión que cambia día a día. Pero no es así que funciona el mundo real. No es así como funcionan las empresas. ¿Muy trágico todo, no? En realidad, no tanto. Hay muchas oportunidades y hay quien se está poniendo manos a la obra para crear algo nuevo. Junto al educador Michael Hernández, de Los Ángeles, hablamos del futuro de la educación, de lo que podemos aprender del modelo estadounidense y de cómo podemos crear programas basados en la creatividad, la empatía y la innovación.
La educación solía estar basada en libros, en memorizar información. Ahora que esta información se encuentra al alcance de todo el mundo, en cualquier lugar y en todo momento, ¿no debería la educación basarse en tratar de darle sentido a esta información? En otras palabras, ¿no debería basarse en la creatividad, en lugar de, simplemente, proporcionar acceso a la información?
El concepto de creatividad debería utilizarse en el sentido amplio de la palabra. La creatividad no es solo lo referente al arte, la pintura y el dibujo, sino una forma de pensar basada en originalidad, en problem-solving y colaboración. Se trata de crear espacio para el error, la mejora y la revisión. Las cosas evolucionan, hay muchas versiones de la misma cosa. Piensa en el propio iPhone. Es muy diferente de lo que era en un principio.
El rol de la creatividad consiste en ser capaz de gestionar y proponer múltiples soluciones, y no una única respuesta correcta. La creatividad es una cultura. La creatividad es una mentalidad que permite lidiar con el cambio y el fracaso, es comprender que hay muchas respuestas correctas. Si te preguntas cuál es la manera correcta de diseñar un coche,te das cuenta que no hay una única manera. Lo mismo sucede cuando si piensas cuál es la manera correcta de resolver el cambio climático, ya sabemos que hay más de una.
Se tiende a asumir que la creatividad es fácil y que es cuestión de suerte cuando, en realidad, no es así. La creatividad es una disciplina estricta, lleva tiempo. Requiere mucho trabajo.
En una conversación con Russell Brand, el historiador Yuval Harari apunta que, para continuar siendo relevante, «todo ser humano ha de reinventarse cada 10 años». ¿Qué opina al respecto? ¿Es la creatividad la clave de la adaptación?
La creatividad es, o debería ser, interdisciplinaria. En lugar de decir que algo sirve solo para las matemáticas, o solo para el lenguaje, o solo para la ciencia, deberíamos buscar conexiones entre disciplinas, entre fenómenos, entre conjuntos de habilidades. El proceso de design thinking sirve para la ciencia, el arte, el lenguaje, la investigación, la salud, los negocios. Es así como los límites comienzan a desaparecer. Es así como podemos adaptarnos al cambio.
¿Cómo está evolucionando la educación?
El modelo antiguo no funciona. Hay muchos educadores tratando de cambiar un modelo educativo que ya no es compatible con el funcionamiento del mundo. Aun así, hay mucha resistencia al cambio. Algunas escuelas y centros educativos están probando modelos nuevos y diferentes. Muchos otros, todavía no.
El cambio en la educación apunta hacia la innovación, la creatividad, el design thinking y la empatía. Esto es lo que observo en los líderes de pensamiento que conozco. En el mundo real, el mundo empresarial, no se trata de memorizar cosas: se trata de formar equipos y abordar un proyecto de manera creativa. Se trata de resolver problemas y proponer ideas nuevas.
¿Cuál es el problema del modelo antiguo?
Tradicionalmente, en la escuela nos enseñan que existe una única respuesta correcta, y siempre buscamos esa respuesta. Esto supone un problema, porque, una vez más, el mundo real no funciona así. Lo único que conseguimos así es crear una mentalidad que no es dinámica, incapaz de lidiar con el cambio. No puedes esperar a que alguien te dé la respuesta.
El resultado político de todo esto se puede observar en todo el mundo. Ya sea en el cambio económico o en el cambio demográfico, con migraciones y cosas por el estilo. El mundo está cambiando muy rápidamente y la gente tiene dificultad para lidiar con ello.
¿Cuál es el objetivo final del sistema educativo actual? ¿Memorizar información rápidamente y repetirla de forma mecánica? ¿O es otro?
El conocimiento y la información son dos cosas diferentes. Tienes todas las de perder si lo que pretendes es recitar hechos con rapidez, porque mi teléfono lo hará más rápido que mi cerebro. Siempre tendrás todas las de perder. Y en eso consiste el sistema establecido actualmente: para entrar a la universidad hay que memorizar.
Sir Ken Robinson dice que este no es momento de evolución, es momento de revolución. ¿Cómo podemos empezar? O, hablando de manera más práctica, ¿por dónde empezamos?
Tenemos que superar nuestros miedos. Del mismo modo que los estudiantes deben superar el miedo a equivocarse, los maestros deben desaprender, olvidar su formación, aceptar esta nueva forma de pensar y superar el miedo a no ser la persona con más conocimientos en la sala.
Creo que el gran temor que tenemos los maestros y los profesores viene del hecho que nos gusta tener el control. Somos fanáticos del control. Y es difícil dejarse llevar y dejar que las cosas no estén completamente en orden. Porque no es el ejército. Así comenzó el sistema educativo occidental: su finalidad era formar militares, no diseñadores o solucionadores de problemas. Así que yo diría que el mayor obstáculo es el miedo, y debemos superarlo. Como dijo Yoda, «debes desaprender lo que has aprendido». Tenemos que crear espacios seguros para que nuestros maestros experimenten, y hacer que nuestras aulas sean seguras para que los estudiantes experimenten. Tenemos que aprender a hablar el lenguaje de la motivación y ver qué ocurre cuando existen múltiples respuestas, o niveles de calidad o de éxito, dentro de ciertos proyectos y tareas.
Digamos que convencemos a los maestros para que trabajen de este modo. ¿Cómo podemos convencer a los directivos de una escuela o una universidad? ¿Cómo podemos convencer a una empresa que educa a sus trabajadores? ¿Cómo podemos encontrar el argumento perfecto para convencerles de que vale la pena?
No sé cómo será en Europa, pero en Estados Unidos siempre se compara la educación con los negocios. Tratamos las escuelas como empresas. Tratamos al gobierno como si fuese un negocio. Para responder a tu pregunta: compara las empresas que han tenido éxito y las que no.
Kodak, por ejemplo. Fueron unos de los pioneros de la ingeniería y la ciencia a principios del siglo XX, y ahora ya no existen. ¿Por qué? Porque nunca se sumaron a la tendencia de las cámaras y formatos digitales. Estaban tratando de ir contra la corriente, y perdieron.
Para sobrevivir, las empresas han de adaptarse. Hay que observar a los innovadores y su modelo. Mi suposición es que, como lo estás viendo en tu investigación, se trata de un proceso de design thinking que permite a las empresas tener éxito y encontrar soluciones a problemas. Hay que convencer a las instituciones y a los centros educativos de que es ahí a donde tienen que llegar.
¿En qué consiste el project-based learning? ¿Cuál es el objetivo de aprender a través de desafíos auténticos y reales?
Si todos tus estudiantes gastan todo ese tiempo y energía preocupados por las tareas que les mandas, ¿por qué no pueden trabajar en algo que valga la pena y que realmente tendrá un impacto? ¿Por qué fingir? Haz algo de verdad. Crea ese producto que ayudará a luchar el cambio climático. Publica tu trabajo para que todo el mundo pueda leerlo.
Formulemos una pregunta y busquemos la respuesta investigando, con actividades y tareas. De este modo, se activan todos los componentes clave para el aprendizaje. Primero, averiguas qué necesitas aprender, qué problema necesita solución. Luego, investigas y elaboras un plan, en colaboración. A continuación, pones el plan en práctica, desarrollando el dispositivo o proyecto. Y, entonces, reflexionas sobre ello y lo compartes de alguna forma. Aquí es hacia donde van las cosas.
Un proyecto es una forma de «retener» información, creando una entidad para mantener y dar vida a lo que se ha aprendido en el camino. Un proyecto puede llegar más allá de los límites del aula, puede compartirse. ¿Es el aprendizaje basado en proyectos la clave para la propagación del conocimiento y lo que se llama cross-pollination?
El compartir tu trabajo y la valoración pública son cruciales. Enseño producción cinematográfica y periodismo audiovisual, por lo que siempre tenemos audiencia y siempre recibes algún tipo de feedback, ya sea el número de clics o la reacción de la audiencia.
Hace unos años, hicimos un documental sobre Cuba y lo subimos a YouTube. Un día, una de mis estudiantes recibió un comentario de un cubano. Él opinaba que aquellos chiquillos estadounidenses no entendían realmente de lo que estaban hablando. Quería dejar las cosas claras, y lo hacía desde la preocupación genuina. Entonces, mi estudiante comenzó a hablar con él en la sección de comentarios, tratando de explicarle su propósito y a su vez entender lo que él tenía para decir.
El hecho de que alguien le diera una evaluación real y auténtica de su trabajo fue revelador para ella. Y ese entendimiento profundo no surgió de un examen, ni de un ensayo, ni de la calificación de un maestro. Surgió de un proyecto real, basado en personas reales, con problemas reales. Y acabó publicándose de verdad.
Creo que la mayoría de las experiencias de las que he aprendido a lo largo de mi vida no fueron serias, fueron divertidas e interesantes. «El campo fértil, no descansado, tórnase estéril». ¿Qué importancia tienen la diversión y el humor en la educación?
Hay que tener carisma. Hay que tener pasión. Tienes que hacer que el aprendizaje sea divertido. Y cuando digo divertido, no quiero decir fácil, quiero decir que disfrutes el aprendizaje. Que hay un propósito detrás, y que entiendas por qué, para poder apoyarlo.
¿Por qué íbamos a querer hacer algo que nos cause pesar? No sé tú, pero yo no recuerdo ni uno de los exámenes tipo test que hice en el instituto. ¿Recuerdas con cariño alguno de los exámenes que has hecho? Sin embargo, probablemente haya una excursión o un proyecto en el que trabajaste que recuerdas muy bien. Seguramente, te esforzaste mucho, te preocupaste, y encontraste la conexión de ese proyecto con el mundo real. El aprendizaje es un proceso. Alcanzar el conocimiento a través de la experiencia.
TED, In a Nutshell, School of Life… Lo que hace que estos canales educativos de YouTube tengan tanto éxito es que entretienen, algo que se echa en falta en el aula. ¿Deberían los maestros aprender de esto?
Hace un par de años, uno de mis alumnos me dijo que aprendía más de YouTube que de sus maestros o de sus padres. Muchos maestros podrían haber interpretado ese comentario como una amenaza. «Voy a perder mi trabajo y los vídeos me reemplazarán», ¿no? Y si enseñas así, entonces, tal vez, deberías perderlo. Pero, en vez de sentirme amenazado, yo pensé: «vamos a averiguar cómo hacer un vídeo. Y veamos cómo asegurar que funcione».
En lugar de pensar que tenemos que ser la persona más inteligente en la sala, y aferrarnos, desesperadamente, a toda esa información, deberíamos reconocer que hay mucha más información por ahí que desconocemos. Deberíamos dejar que nuestros estudiantes vean que está bien no tener todas las respuestas.
Además de la digitalización, se está produciendo otro gran cambio ante nuestros ojos. Después de 2016, todo cambió. La extrema derecha está vendiendo una idea de futuro basado en el pasado. Todo el mundo quiere hacer a su país grande «de nuevo», volver a un determinado momento de la historia en el que todo era más fácil. ¿Cómo lidiamos con esto?
Cambios políticos, inestabilidad económica, migración masiva. La gente se aferra a quien le ayude a entender, ya sea un grupo étnico o un líder fuerte. Tenemos que enseñar una mentalidad que ayude a afrontar estos cambios, a lidiar con el cambio cuando ocurre y no lo esperamos, o no queremos que ocurra, pero lo hace. Entonces, volvemos a la idea de empatía, y a cómo enseñar empatía hacia otras personas y culturas. ¿Cómo puede mi comprensión ayudar a otros, o tener un impacto positivo en el mundo más allá de mi persona? Nuestra educación nos ha provisto de una falta de colectividad. No existe un resultado colectivo. No pensamos de forma colectiva.
Tanto el aprendizaje como el compromiso social requieren una cosa: compromiso. Así que la pregunta es: ¿cómo podemos crear este compromiso? ¿Cómo podemos empoderar a las personas para que cuiden de sí mismas y de sus comunidades?
En los últimos años, en los círculos educativos, hemos estado capacitando a los estudiantes para que hablen sobre los asuntos que les preocupan y lidien con ellos. Creo que entre compartir perspectivas válidas y simplemente dar una opinión hay una línea muy delgada. Tenemos que ser muy conscientes de ese equilibrio. ¿Cuándo tu perspectiva pasa a tener valor para otras personas? ¿Y en qué momento deja de tener valor para los demás y pasa a ser una preocupación egoísta?
He estado hablando mucho con mis estudiantes sobre escuchar. Creo que estamos escuchando mucho más y hablando menos. Lo hacemos a través de proyectos documentales. Viajamos mucho, queremos escuchar las historias de la gente. Escuchar es importante. Especialmente, para aquellos que estamos en el mundo occidental, en naciones más ricas o en partes privilegiadas de nuestros países.
Escuchar es importante porque cada vez estamos más aislados económica y geográficamente. No ves gente con determinados orígenes étnicos, religiosos, o niveles económicos diferentes porque todos estamos algo encerrados en nuestros vecindarios.
La empatía es clave si queremos comprender distintas perspectivas sociales y pensar en la sociedad como un todo.
En Estados Unidos, a menudo encontramos en las principales ciudades una concentración de personas con determinados niveles de ingresos y de cierto origen étnico, mientras que, en otras partes del país, estos aspectos varían mucho, y no se entienden entre sí. Y esa es una cuestión social muy importante que va más allá de los centros educativos. Depende de nosotros el cambiar esta situación y ayudar a nuestros estudiantes a entender que hay múltiples perspectivas y múltiples maneras de ver las cosas, lo cual es muy diferente de «cada uno tiene su opinión y tiene derecho a tenerla». No tienes derecho a opinar, a menos que puedas respaldarlo con hechos. Esa es la gran distinción que deberíamos hacer, y no todos los maestros la están haciendo.
En el programa de un máster y en un proyecto artístico, estamos tratando la ficción como herramienta de sensibilización. ¿Qué opina sobre las narrativas de ficción como herramienta de aprendizaje?
El arquitecto Frank Gehry, diseñador del Museo de Bilbao, fue profesor de la USC (Universidad del Sur de California). Una de las tareas que les asignó a sus alumnos fue diseñar una casa para zombis. Nadie sabe qué es un zombi. Tienes que salir de tu zona de confort para entender cuáles son sus necesidades y no hacer un juicio de valor sobre ellas.
Esa es la conexión del mundo real con los negocios. Si estás diseñando un edificio o una forma de transporte, tienes que pensar en cuáles son las necesidades de ese grupo demográfico. En el caso de Frank Gehry, no pueden recibir luz durante el día porque les quema la piel, y tienen que encontrar un sitio para almacenar los cerebros que se van a comer. Cojean, así que no puede haber escaleras, tiene que haber otra forma de moverse por la casa. Fue una simulación fantástica.
Lo bueno de los juegos, la fantasía o las simulaciones es que puedes hacer lo que quieras, porque no existen ideas preconcebidas sobre lo que debería ser, o lo que conoces o percibes. Y cuando terminas con la simulación, lo pones en perspectiva. ¿Y si lo comparas con el mundo real? ¿Y si fueras un país? ¿Y si fueras el tipo de persona que existe de verdad? ¿Cuáles habrían sido tus ideas preconcebidas?
Funciona muy bien como comparación porque conectas cómo resolverías idealmente un problema, resaltando, a la vez, tus prejuicios personales. Ya sea la historia que nos contamos a nosotros mismos sobre nuestra vida personal o cómo nuestro bagaje personal ha afectado a nuestra visión de los demás.
La empatía es importante en muchos campos, pero en el diseño es esencial. ¿Cómo se enseña la empatía?
¿Cómo entiendes a alguien realmente? ¿Los prejuzgas basándote en tu propia experiencia? ¿O vas a donde viven y entiendes su condición? Se trata de la experiencia en el mundo real. Se trata de intentar entender a los demás. Y se trata de reconocer nuestras ideas preconcebidas sobre qué debería ser la educación y lo que la gente necesita saber.
Se trata de salir de tu zona de confort. De diseñar e investigar, poniéndote en el lugar de otra persona durante un tiempo.
Como educadores, tenemos la oportunidad de sacar a los estudiantes de su zona de confort y meterlos en el mundo real, de ayudarlos a lidiar con todos los desafíos a los que se enfrentan cuando tratan con esos proyectos de investigación, y cuando conocen a otras personas. Cuando intento llevar a cabo estos proyectos y enviar a mis estudiantes al mundo real, temen ir a un vecindario que no sea de clase alta porque ellos vienen de un distrito bastante rico. Los desafío, específicamente, a ir a una parte de Los Ángeles que no es limpia, ni cómoda, donde la gente no se parece a ti, y tal vez ni siquiera hablen tu mismo idioma. No les estoy complicando la vida intencionadamente, estoy haciendo que superen sus límites y sacándolos de su zona de confort. En la vida real, estarás fuera de tu zona de confort a menudo, se trata de cómo lidies con ello.